martes, 11 de abril de 2017

El cobertizo de herramientas (I)


Llevaba alrededor de 30 minutos examinando las diferentes herramientas colgadas en la pared y puestas en las repisas, veía martillos, destornilladores, cinta adhesiva, llaves de tuercas, entre otros varios instrumentos que podrían servirle; sin embrago, aún no podía decidirse a comprar alguna.

- Disculpe señor, ¿puedo ayudarlo en algo? Veo que lleva bastante tiempo estudiando todos nuestros productos, pero no se ha decidido por ninguno todavía- decía uno de los ayudantes del local -¿tiene algún proyecto en específico? A lo mejor yo conozco qué tipo de elemento lo ayudaría a realizarlo.
 - Sí tengo un proyecto en mente si le soy sincero, pero dudo bastante que usted quiera conocer al respecto; es más, me atrevería a decir que aunque se lo contara, usted no tendría las mismas dudas que yo-, respondía el extraño en un tono misterioso y oscuro.

El joven trabajador dudó por unos instantes en qué decir, sintió un mal presentimiento sobre el hombre que tenía frente a él, pero no podía simplemente huir. Se aclaró la voz y con determinación agregó - sé que soy joven, pero tengo amplia experiencia en estos temas, creo que sí puedo ayudarlo si usted lo permite señor-. El hombre lo miró de la forma más inexpresiva que pudo, como si estuviera mirando a una pared y no a una persona; finalmente volteó hacia él, agachó un poco la cabeza y buscó algo en su bolsillo, sacó una foto y se la extendió. El joven miró extrañado la foto, era una mujer de unos 25 años, ojos miel, cabello castaño, y mirada agradable; - mi única misión es conquistarla, pero para hacerlo debo encontrar las herramientas adecuadas-, decía el hombre mientras alcanzaba la fotografía y la volvía a guardar -¿aún cree poder ayudarme?

El joven se quedó sin habla, no sabía qué responder, y su cabeza se estaba llenando de preguntas en ese instante: ¿debo ayudarlo? ¿Y si en realidad es un psicópata que solo quiere secuestrar a esa pobre mujer? ¿Y si lo ayudo y la mata, seré cómplice? ¿Debo alertar a las autoridades sobre este hombre? Sin embargo, antes de que pudiera terminar de pensar, el hombre le chasqueó los dedos frente a su nariz en señal de que se despertara - te lo dije chico, no eres el adecuado para este tema; ahora, te agradecería si me dejaras solo y no me molestaras hasta que decida qué llevaré-. El joven solo asintió, y sin decir una sola palabra, se dirigió hacia el mostrador y luego a la parte trasera; necesitaba aire.

Volvió al cabo de un par de minutos, sobre el mostrador encontró un par de billetes y una nota: me llevo un rollo de cinta, una cuerda, y un serrucho. Te pago todo y toma lo que sobre como propina por haber intentado ayudar. Sudó frío al hacer el recuento de lo que se había llevado del almacén, en su cabeza pensó los peores escenarios, prácticamente tenía un potencial asesino y lo había dejado escapar sin la más mínima resistencia. En un ataque de adrenalina decidió salir corriendo por la puerta principal, necesitaba saber el paradero de aquél sujeto, miró rápidamente en todas las direcciones buscando alguna señal, pero no vio a nada; parecía que se hubiera esfumado en el acto. Volvió a la tienda temiendo lo peor, tratando de no dejar que la culpa lo carcomiera.


La ética del Partido


NOTA: este cuento fue escrito para una clase de ética, por eso tanto énfasis en el tema. Además, debía tener como base 1984 (Orwell) y Un Mundo Feliz (Huxley), razón por la que habrán grandes similaridades y referencias a los textos durante la historia.

Unitopia no ha sido la misma desde que el régimen tomó el poder - no conozco cómo se llamaba el país antes de todo esto, esa era una información, que pareciera, se desapareció de la faz de la Tierra-. El Partido Urisprak controlaba cada uno de los aspectos en la vida de nosotros los ciudadanos, desde los más simples como la forma de vestirnos, como los sucesos que el común conocía como 'el pasado'. Esta no era la única artimaña que utilizaban para mantenerse en el poder, también habían empezado a modificar el lenguaje, y trataban de mantener a todos en un estado de pasividad a través de sustancias psicoactivas especialmente creadas para este fin. Sin embargo, yo era consciente de todo esto, y no podía permitir que un grupo de personas tan repulsivas impusieran su estrecho punto de vista sobre cómo debíamos 'desarrollar libremente nuestra personalidad'; más aún, cuando utilizan un oficio tan noble como el Derecho para legitimar sus conductas, eso simplemente es la gota que rebosó el vaso.

Yo no hago parte de la generación que vivió el ascenso al poder del Supremo Líder Dolandberg, ni siquiera hago parte de aquellos que evidenciaron la consolidación y evolución del Partido, esos fueron mis abuelos y mis padres respectivamente; sin embargo, todos ellos me transmitieron sus historias de cómo era el mundo antes, de cómo cada persona tenía una amplia gama de derechos civiles y políticos, de cómo funcionaban las democracias, donde a pesar de todo, ganaba el candidato que mayor voto popular lograba amasar. Provengo de una línea familiar que siempre se ha dedicado a algo que antes era conocido como Derecho, según me contaban era una de las profesiones más bellas que podían existir, pues ellos se encargaban de hacer cumplir los derechos de las personas cuando estos se veían violado; mi abuelo siempre que recordaba sus días ejerciendo, repetía la siguiente frase "puede que el Derecho no siempre sea justo, pero es responsabilidad de nosotros los abogados actuar de manera ética para contrarrestar esta situación". Y siempre cumplió su palabra, desde el día uno se opuso fervientemente al régimen utilizando todas las herramientas jurídicas que tenía a la mano, luchó a través de debates, demandas, y acciones; pero siempre siguiendo sus principios, nunca utilizó el Derecho de una manera cuestionable, en todo momento actuó dentro de un margen ético que yo considero era impecable. Puede que esta haya sido una de la razones para que nuestra familia siguiera siendo de una de las castas altas, ahora que nos dividían en clases solo los que estaban en los primeros niveles eran capaces de llegar a tomar uno de los puestos en el Parlamento - la institución más corrupta en un sistema absolutamente podrido-. 

Mi padre viéndose beneficiado por esto y siendo altamente influenciado por el modo de ver el mundo de mi abuelo, decidió oponerse de igual manera al Partido con todas sus fuerzas. Mientras estaba en la universidad intentó mostrarles a todos cómo era el mundo anteriormente, sus principales herramientas eran libros de historia donde explicaba los distintos regímenes totalitarios como el del italiano Mussolini, y sobretodo, obras literarias como 1984 de George Orwell y Un mundo feliz de Aldous Huxley - sus libros favoritos-, narraciones que casi parecían presagios de la sociedad en la que vivíamos. Pasó el tiempo y una vez se graduó se unió a mi abuelo en su lucha contra la visión del Líder, con ellos dos en posiciones de poder la oposición tomó una gran fuerza, lograron a través de diferentes estrategias jurídicas que en las escuelas se utilizara literatura del siglo XX y anteriores, que para ese momento ya habían sido eliminadas del sistema educativo y enterradas en oscuros pasadizos en bibliotecas derruidas que nadie conocía. Lastimosamente para todos, el Partido ya había logrado el control total para ese momento, y no le interesaba que nadie estuviera amenazando todo el esquema político-social que tanto esfuerzo les había costado construir; por esta razón, un día mientras dormíamos llegó un equipo del Ministerio de Protección del Pueblo - cuyo absurdo lema era "los vigilamos para protegerlos de ustedes mismos", como si nosotros tuviéramos que protegernos de pensar como individuos- y se llevó tanto a mi padre como a mi abuelo a sus oficinas, un alto edificio de cristales oscuros en el centro de la ciudad sobre el que corrían mitos horrendos; no los volví a ver en al menos un mes, y cuando volvieron, lo único que distinguía era miedo en sus ojos. A partir de este momento Dolandberg firmó distintos decretos ejecutivos con el fin de acabar con cualquier tipo de revolución que pudiera darse, pero lo hizo borrando todas las raíces: ahora, todo tipo de arte era prohibido y los libros eran quemados en la Plaza Bokanovski - llamada así en honor a un gran genetista-, cualquier conocimiento sobre el mundo anterior a Unitopia debía ser evaluado por oficinas especiales avaladas por el Partido, desde pequeños todos debían aprender, comprender, y repetir los distintos principios bases del régimen. A partir de este instante perdimos todo aquello que nos daba la posibilidad de 

Tuvo que pasar cerca de una año para que ellos empezaran a hablar sobre las situaciones tan traumáticas que vivieron. A pesar de que no recordaban mucho, tenían imágenes de haber sido sometidos a torturas tanto físicas como psicológicas, los atormentaban haciéndolos enfrentarse a sus mayores miedos a través de una simulación en un cuarto especial al que conocían como la habitación 505, y en la noche, les reproducían incontables grabaciones para programarlos neurolinguísticamente y hacerlos olvidar conceptos y palabras que pudieran atentar contra el 'orden establecido' como: libertad, derechos humanos, democracia, oposición, ética, entre otras más. Ver que habían perdido la parte más pasional de su ser me deprimía, así que durante casi dos años les reintroduje todas aquellas ideas e ideales que habían perdido, lo que más me costó explicarles era el papel ético del Derecho frente a este régimen totalitario en el que nos encontrábamos, ese deber que tanto habían defendido años atrás. Admito que lo más atinado que logré explicarles fue que el Derecho no estaba creado para limitar la autonomía de las personas en situaciones ordinarias, todo lo contrario, con él se busca hacer valer una lista de derechos básicos que tenemos cada ser humano por el simple hecho de existir; y que Donaldberg estaba quebrantando todos los límites éticos que podía con sus actuaciones, pues en ningún momento estaba protegiendo un bien jurídico superior con la anulación de un derecho, sino que lo único que buscaba utilizando normas era darle una falsa legitimidad a su dominio sobre nosotros, sobre nuestra autonomía como seres humanos. Les tomó un poco de tiempo procesar las palabras que les dije, pero por un instante, pude ver cómo recuperaban esa chispa, esa esperanza de que todo podría ser como antes si lográbamos enviar el mensaje a todos los demás; así que poco tiempo más se demoraron para volver al escenario público para mostrar las atrocidades que se estaban cometiendo contra nuestros derechos más básicos, esta vez no les importaban las consecuencias, pues ya habían sobrevivido una vez a los castigos del Partido, y no les importaba morir por sus principios.

Todos cometimos un error, ninguno previó que nuestro propio hogar pudiera estar siendo monitoreado, así que nuestros captores al ver que no tenían miedo ni de los castigos ni de la muerte decidieron hacerles algo peor, exiliarlos. Al parecer cuando un individuo conseguía ser demasiado consciente de su existencia como ser autónomo y que no debía seguir ninguna decisión de un líder ilegítimo era enviado a una isla, en ella no había manera de que se pudiera convertir ni en vocero ni en mártir, simplemente iba a ser completamente desprestigiado por los diferentes medios - claramente controlados por el Partido- dando a entender que se había aliado con el régimen buscando únicamente lo mejor para él y todo su discurso acerca de la búsqueda de lo mejor para todos era claramente incoherente e hipócrita. No se hizo esperar la acción del Partido, y tal como lo tenían planeado, toda la imagen de mi abuelo y mi padre fue manchada, y en consecuencia toda la imagen de mi familia se manchó; ya no había manera de que yo pudiera seguir con la revolución por la que tanto ellos habían luchado, hasta que la conocí.

Nunca supe su nombre real, solo se presentó como Corsair. Según la historia que me contó, ella era parte de una red secreta de revolucionarios que querían acabar el régimen de Dolandberg, y estaban cerca de lograrlo. Planeaban hacer un atentado contra él y sus consejeros más allegados, pues tenían una reunión en una casa especial en la cual ya se habían infiltrado; solo les faltaba conseguir un personaje que tomara las riendas para el público cuando todo detonara - literalmente-, y me querían a mí para ser ese alguien. En ese momento tuve un dilema ético, ¿la muerte de alrededor de 10 personas era algo legítimo si se buscaba destruir el régimen? Dudé, debo admitirlo, pero finalmente mi respuesta fue: no. La vida de cada individuo es invaluable, no hay ninguna situación en la que de manera premeditada se pueda eliminar con el fin de buscar algo supuestamente superior o mejor, no me iba a prestar para eso. Corsaire apeló a lo que sabía que probablemente iba a tener más resultado, me recordó cómo el Derecho en otras situaciones había permitido asesinar con el fin de buscar algo que iba a ser positivo para la sociedad, como la pena de muerte o las muertes en caso de guerra; sin embargo, mi postura seguía firme, para mí, utilizar esta disciplina como pretexto para legitimar una conducta claramente antiética era algo que nunca haría, eso sería traicionar la base de todo por lo que lucho. Corsaire lo entendió, me felicitó por la valentía que tenía para defender mis ideales y principios sobre cualquier cosa, me reconoció que le hubiera encantado tener a alguien así en la red; pero que, sin embargo, mi negativa solo le dejaba una opción posible, a lo que yo asentí, conociendo a lo que me enfrentaría. Así que aquí estoy, al borde de uno de los edificios más altos de la ciudad, siento cómo el viento me hace balancear debido a su fuerza; en mis últimos momentos recuerdo a mi abuelo y a mi padre, sonrío, sé que si hubieran visto mi reacción a la propuesta estarían orgullosos de mí. No me siento mal ni tengo miedo, creo que no hay muerte más noble que la que se produce por proteger mis principios e ideales... Cierro los ojos, de repente escucho el sonido de un disparo, todo se convierte en negro, es el momento.