sábado, 17 de junio de 2017

¿Por qué las cosas no son tan sencillas como lo hacen parecer las películas?


¿Por qué las cosas no son tan sencillas como lo hacen parecer las películas? Sí, es un absurdo enorme, pero de igual manera era una pregunta válida. La ficción ha provocado que se hayan eliminado ciertos límites de la vida real, ha llevado a personas a creer que simplemente porque les guste una persona debe existir luego una relación romántica, creo el mito de la friendzone

No tenía la vista a la ciudad con la que siempre había soñado, fuera de su ventana solo podía ver las cortinas blancas del apartamento de enfrente; a pesar de esto, le gustaba imaginarse que existía algo más allá que eso. Esa tarde no tenía nada de especial, habían unas cuantas nubes en el cielo, no tantas como para prever una tormenta ni tan pocas como para que se viera el Sol en su esplendor. Hacía calor y a la vez frío, odiaba ese tipo de climas por sobretodo, no soportaba que se pusiera una chaqueta y luego se la tuviera que quitar porque hacía calor, y luego al hacerlo otra vez sintiera que se le calaban los huesos.

Su experiencia en la vida lo había llevado a darse cuenta de que la realidad es más cruel de lo que siempre creyó, pero no lo suficiente como para que su caso fuera especial y llegara un ángel desde el cielo a ayudarlo. Vivía en la clase media, y por ende podía darse ciertos lujos pero no los suficientes que le gustarían. Su trabajo como oficinista era monótono y rara vez le sucedía algo interesante, sus compañeros eran gente promedio y nadie tenía la intención de romper el delicado equilibrio que habitaba allí.

Si viviera en una comedia romántica probablemente este era el momento en el que aparecía inesperadamente una nueva empelada en la oficina o se chocaba con una encantadora extraña al recibir su café matutino, pero esto no era así. Con el paso del tiempo había llegado a  tener la madurez suficiente como para entender que no podía esperar un milagro del universo, sino que él mismo debía fabricar sus oportunidades, si es que creía que existía alguna. Sin embargo, fabricar oportunidades no era algo que lo emocionara ni que le robara al menos un minuto diariamente, pues había entendido que muchas veces era mayor la apuesta que los chances de lograr algo; y definitivamente no quería hacer un negocio tan malo, aún era racional como para huir de decisiones tan erradas.

A pesar de esto, durante una fiesta de su empresa se encontró de frente con una situación que no podía dejar pasar. Dentro de las personas que se encontraban en ese lugar estaba aquella mujer a la que tanto admiraba, que de alguna manera le llamaba la atención lo suficiente como para cometer algún acto impropio de él. Ella era de un departamento diferente al de él, pero trabajando con ella en el proyecto de una naviera se dio cuenta de la calidad de persona que tenía delante: responsable, amable, centrada, y hasta un poco risueña; el coctel perfecto para tomar malas decisiones. Aún era lo suficientemente temprano para poder acercarse a ella, pero tan tarde como para que no existieran silencios incómodos. Se acercó e intentó hacer un chiste sobre el ambiente en general, normalmente no hubiera funcionado, pero el licor en su sangre la llevó a soltar una tímida risa.

Pasó el tiempo y se iban acomodando más y más vasos en la mesa frente a ellos, hasta que finalmente ambos se encontraron ahogados en la deshinibición que va de la mano con el alcohol. En un momento, y sin que nadie se diera cuenta, ambos salieron del lugar y pasaron a la parte trasera del edificio; allí comenzaron a besarse como si se amaran locamente. Al cabo de unos minutos y una cuantas caricias escucharon voces que se acercaban peligrosamente hacia donde estaban, decidieron esconderse y rogar porque no los encontraran, pues las relaciones entre compañeros de trabajo eran prohibidas completamente. Pasaron unos segundos eternos y las voces se fueron apagando a lo lejos, sin embargo decidieron que ese era un susto suficiente por esa noche, se despidieron con otro beso apasionado y tomaron caminos separados. Al llegar a su casa, él no podía creer qué había pasado esa noche, la había besado a ella contra todo lo que había pensado; fabricó su oportunidad y ahí tenía su merecido resultado.

Pasó el fin de semana y en su camino a la oficina se preguntaba si debía hacer algo para llamar la atención de ella, ¿debía llevarle flores? ¿Tal vez chocolates? ¿Solo saludarla e invitarla a un café o a almorzar? Nada de eso, debía mantener la cabeza fría y concentrarse en sus deberes; no iba a romper el delicado equilibrio de su equipo de trabajo. Entró a su oficina, se dirigió al ascensor y por algún instante se le ocurrió que si fuera una película ella estaría entrando justo en ese instante, compartirían el ascensor, probablemente habría otro momento de pasión desenfrenada entre ambos; nada de eso pasó, compartió su viaje con  alguien que la parecer no entendía que en una llamada no es necesario gritar. Se dirigió a su escritorio y no encontró ninguna carta o mensaje críptico que le indicara que se encontrara con ella a cierta hora en un lugar específico, solo su computador y sus cosas tal como las había dejado la semana anterior.

Al cabo de una horas no lo aguantó más, decidió pasearse por el lugar de trabajo de ella solo para ver qué sucedía. Se asomó mientras fingía que hablaba con un proveedor, y allí estaba aquella chica, trabajando en sus cosas tal y como debía hacer. Si esto fuera una película ella se daría cuenta de su presencia, levantaría la mirada y dejaría escapar una sonrisa pícara mientras le guiñaba el ojo; pero la vida real no funciona así, por un momento lo miró, sonrió cortésmente y volvió a lo suyo. En ese momento él se vio confrontado con lo que estaba haciendo, volvió a su asiento y diligentemente se entregó a su trabajo. Al acabar su jornada por fin se dio un momento para pensar lo que había sucedido, idiotamente se había dejado arrastrar hacia  una ilusión de una fantasía inexistente, esto no era una comedia romántica ni un cuento de hadas, haberse besado con ella una vez en una fiesta no iba a ser el comienzo de su happily ever after. La verdad de todo era que ambos estaban ebrios y se dejaron llevar por los impulsos que les sugiere un ambiente así, pero no más que eso; solo fue un beso y debía seguir su vida como si nada, porque las cosas no son tan sencillas como lo hacen parecer las películas.